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Andre Kertesz - Greenwich Village
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Negativos

Daniel Valdés

Cuando observamos estas dos imágenes, no podemos dejar de preguntarnos cómo sería el interior en una y el exterior en la otra. Imaginemos el aspecto que tendría la fachada del apartamento proyectado para la Ville Radieuse. Dibujemos en negro la superficie acristalada y en blanco las superficies opacas. Si hacemos la misma operación con la fachada del edifcio de Greenwich Village, comprobaremos que en realidad la una juega a ser el negativo de la otra. Allí donde hay una matriz de ventanas sobre una pared de carga, en la otra encontramos una matriz de recuadros opacos sobre una superficie acristalada. Si nos fijamos en las estanterías de libros, veremos, además, que donde una se sitúa delante del hueco, la otra se coloca delante de una parte maciza.


Imaginemos ahora el interior del apartamento de Greenwich Village. Pensaremos en un piso reducido, sin duda, y en el que parte de su programa se ha visto obligado a integrarse en la fachada. Ambos casos comparten esta misma característica: el aprovechamiento máximo de cualquier metro cuadrado de espacio. En la VR cada vivienda era susceptible de sufrir ciertas transformaciones, para usarla de manera diferente de noche y de día, mediante tabiques móviles que podían ocultarse. En el apartamento de GV, vemos cómo uno de sus habitantes interpreta el hueco en la pared que ha propiciado la ventana, una superficie útil que se gana y que permite desarrollar un programa prácticamente a punto de desbordarse. Quizá se trate de una sala de estar o comedor, susceptible de convertirse en un despacho o librería con tan sólo un movimiento de cortina.


Hablemos del paisaje exterior que acompaña a cada uno de los apartamentos. La propuesta de Ville Radieuse de Le Corbusier promulgaba una ciudad contraria al uso de manzanas cerradas. La calle como tal desaparece, unos edificios en forma de greca aglutinan viviendas en hilera perfectamente acondicionadas. Todas tendrían vistas a un inmenso parque. En GV imaginamos calles de asfalto rodeando manzanas de edificios. En la VR la visión del paisaje no se filtra, tampoco se filtran las miradas procedentes desde el exterior. El paisaje se ha seleccionado deliberadamente por el proyectista: sabemos que las vistas darán a un inmenso parque. En GV, sin embargo, la estantería de libros parece actuar como una auténtica celosía, resguardando de miradas ajenas a su propietario. Los libros, de hecho, aparecen como un filtro del mundo exterior, de su caos. Se necesita ver el mundo a través de los libros, como si tan sólo hacerlo a través de la ventana no fuera suficientemente tranquilizador.


Prestemos ahora atención a la composición de esas paredes interiores. En ambas encontramos ventanas, estanterías y filtros de luz. En relación a los filtros de luz, en GV se emplean cortinas y en la VR pantallas móviles. En la VR las pantallas móviles se encuentran en una franja superior, por encima de la franja de ventanas y estanterías, las estanterías parecen haberse desplazado, como si también fueran móviles. Una mesa sobre un podio goza de las vistas y la luz que procede de una de las ventanas intercaladas. En GV, sin embargo, la estantería quiere percibirse detrás de una cortina, sin la presencia de ésta diríamos que la estantería se encuentra simplemente delante de la ventana. En GV los libros se ven deliberadamente desde el exterior, no así desde el interior. En la VR la relación es completamente opuesta. Es interesante comprobar que en ambos casos, sin embargo, existe una modulación similar en las estanterías, su anchura y altura podrían ser incluso intercambiables. En ningún caso cubren la pared en toda su dimensión, ni en lo alto, ni en lo ancho. Son objetos producidos en serie y al margen de las dimensiones propias de cada pared. En cuanto a las ventanas, en una son practicables y en la otra fijas. En Greenwich Village la ventana se abre para sobrevivir a un verano húmedo y caluroso, en la Ville Radieuse se propone un muro cortina y el concepto de respiración exacta en los edificios. Se avanza así lo que sería el equipamiento con aire acondiconado, indispensable, por otro lado, si se planteaba un edificio con semejante superficie acristalada.


Al margen de imaginar, como si de un juego se tratase, cómo podríamos convertir la una en la otra, no cabe duda de que el juego de negativos está constantemente presente en la apreciación de ambas imágenes.

Le Corbusier - Ville Radieuse
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