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Palacio de Centrosoyus, Moscú. Le Corbusier. 1929.
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Proyecto de Ampliación y Reforma del Gran Teatre del Liceu, Barcelona. Ignasi de Solà Morales. 1999.

En plena ciudad

Daniel Valdés

Ochenta años después de que se levantara el Palacio de Centrosoyus por Le Corbusier en Moscú, Barcelona conmemora el décimo aniversario de la reinauguración de otro palacio, el reconstruido Teatre del Liceu. Ambos proyectos asumen el reto de levantarse en los respectivos centros históricos de sus ciudades. El primero como sede de los sindicatos de la antigua URSS, un gran conjunto que integra ocio y trabajo. El segundo, como Teatro de la Ópera en la capital catalana.


En ambos casos los solares son irregulares. En Moscú, dos edificaciones que se conservan en la calle prospekt Akademica Sakharova le confieren al solar una planta en forma de L. No existe, sin embargo, medianera alguna con la que haya que relacionarse. En Barcelona, el solar se delimita por tres calles además de un lado repleto de medianeras. Los ángulos de los encuentros entre las calles dibujan en este caso una planta trapezoidal. Es patente que ambas ciudades poseen una densidad muy distinta en sus respectivos centros urbanos, también la extensión y rango de las ciudades difiere.


Podemos afirmar que el Centrosoyus da a dos calles, ocupa prácticamente una manzana completa y tiene un margen de maniobra formal mucho mayor. Por su lado, el Liceu viene a rematar el frente a La Rambla de todo un bloque entero de viviendas. La ocupación del solar en este caso es del 100%.


En cuanto a su génesis formal, vemos cómo el Palacio de Centrosoyus otorga una forma específica a cada uno de los episodios del programa. En el Gran Teatre del Liceu, la forma final del conjunto varía algo respecto del solar original, ya que se han expropiado ciertas fincas de viviendas colindantes. Se busca así albergar un programa de modernización del equipamiento tras el incendio. Sin embargo, la situación sigue siendo la original en esencia, un solar de origen antiguo e insertado en un casco histórico muy denso. Es interesante señalar la implantación de una pieza similar que ambos conjuntos poseen: la gran sala del auditorio. Al igual que el Teatre del Liceu, el auditorio del Centrosoyus se ubica próximo a la calle más céntrica y comunicada. El volumen del auditorio, se muestra exento, aunque flanqueado por un edificio administrativo de gran tamaño que también asoma a la calle. En este caso, el auditorio prescinde de toda esa masa edificada que abriga la gran sala del Liceu.


El aspecto de Palacio. Es interesante contrastar cómo ambas obras definen su condición de palacios urbanos. En el Palacio de Centrosoyus, a pesar de su asimetría en planta, Le Corbusier genera, dando a la calle Myasnitskaya, lo que podríamos denominar una falsa simetría o simetría aparente. Es un gesto que confiere al conjunto la connotación de palacio moderno, un edificio institucional e imponente cuyas esquinas se han tratado como las alas que flanquean el cuerpo central de un palacio. En el Gran Teatre del Liceu, sin embargo, percibimos otro tipo de operación. A pesar de la expropiación y ampliación que supuso el nuevo Liceu levantado, la conservación de la fachada del Liceu original es la que dibuja el rostro que el Liceu tiene en el imaginario de la ciudad.


Podemos observar lo oblicuos que son los trazados en los centros históricos. En el Liceu un gran vestíbulo ocupa lo que podría ser una esquina de una parcela rectangular deformada y estirada. En el Palacio Centrosoyus las alas de oficinas sufren un pequeño giro en la versión definitiva, acoplando el conjunto a un entorno de parcelas integradas en un sistema antiguo de calles radiales.


Por último, podríamos recordar algo que ambos conjuntos comparten: no se encuentran frente a ninguna plaza, ni tampoco se sitúan sobre el eje de ninguna avenida. Ambos se perciben desde el escorzo de sus respectivas calles. No encontraremos ninguna fotografía frontal de ninguno de los dos. Esta condición de hallarse en plenos centros urbanos, lidiando con otros solares y edificaciones, es lo que les hace a ambos atractivos. Por esa irregularidad de los solares, tampoco existe eje alguno de simetría en el reparto de sus masas, y eso es algo que también les hace específicos al compararlos con otros edificios de su misma categoría. En Moscú, es la geometría irregular del solar la que nos permite contemplar un ensamblaje de piezas tan peculiar, se adapta a la especifidad del solar sin aparente coacción, de ahí que podamos comprender la maqueta sin necesidad de su entorno inmediato. Ubicarse en plena ciudad es lo que mejor explica la naturaleza de arquitecturas tan dispares.

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